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miércoles, 29 de noviembre de 2006

Coelho,indudablemente...


El camino de la luz:«Durante años busqué la iluminación», dijo el joven. «Presiento que estoy cerca. Quiero saber cuál es el próximo paso.»«¿Cómo te ganas la vida?», preguntó el maestro.«Mi padre y mi madre me ayudan.»«El siguiente paso es mirar al sol durante medio minuto.»Cuando acabó, el maestro le pidió que describiese el campo a su alrededor.«No puedo, el brillo de los rayos del sol me ha deslumbrado», respondió el joven.«Quien mantiene los ojos fijos en el sol termina ciego. Quien sólo busca la luz y deja sus responsabilidades a los demás olvida la condición humana y también termina ciego», fue el comentario del maestro.


El camino de la intolerancia:Durante una temporada teatral en Chicago, la actriz Sara Bernhardt fue violentamente atacada por un obispo de la Iglesia episcopal, que desde el púlpito la tachaba de «prostituta de Babilonia». Cuando terminó la temporada, con lleno todas las noches, Bernhardt envió un cheque al obispo, junto con un billete:«Estoy acostumbrada a gastar 400 dólares en publicidad cada vez que llego a una ciudad. Como usted se encargó de la mitad de la promoción, aquí tiene un cheque de 200 dólares para la parroquia».


El camino del tigre: El hombre piadoso andaba por el bosque cuando vio un zorro herido. «¿Cómo se alimentará?», se preguntó.En ese momento se acercó un tigre con una presa entre sus fauces. Sació su hambre, y dejó los restos para el zorro.«Si Dios ayuda al zorro, también me ayudará a mí», pensó. Volvió a casa, y se quedó a esperar que los ángeles le trajeran comida. No sucedió nada. Cuando ya se había quedado demasiado flaco para salir a trabajar, apareció por fin un ángel, que le preguntó: «¿Por qué decidiste imitar al zorro herido? ¡Levántate, coge tus herramientas y sigue el camino del tigre!».


El camino de la compasión:Dijo el joven al sacerdote zen: «Me gustaría entrar en el monasterio, pero nada de lo que he aprendido es importante. Todo lo que mi padre me enseñó es a jugar al ajedrez, algo que no sirve para alcanzar la iluminación».El sacerdote pidió que le trajeran un tablero, llamó a un monje y le ordenó que jugara con el muchacho, añadiendo: «El que pierda, morirá».El joven se dio cuenta de que estaba luchando por su vida, y el tablero se convirtió en el centro del mundo. Sin embargo, como conocía todas las estrategias, enseguida vio que el monje iba a perder. Se preparaba para el golpe final, cuando observó la miraba de santidad de su adversario. Comenzó a cometer errores a propósito; prefería morir, pues el monje podría ser más útil a la humanidad. De repente, el sacerdote tiró el tablero al suelo. «Has aprendido más de lo que te enseñaron», dijo. «Sabes que el camino de la luz no está hecho sólo de concentración, sino también de compasión. Te acepto como mi discípulo.


El camino del poeta: En sólo tres líneas, al final de uno de los más bellos poemas de la literatura universal, Robert Frost resume la condición humana:«Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo a la hora de elegir escogí el menos transitado.Y eso ha marcado toda la diferencia».


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